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joseluistrullo

LÍNEA DE FLOTACIÓN

1

Este buque
pequeño de mi cuerpo
tiene, sin embargo,
una amplia línea de flotación.

En ella se agolpan
colonias enteras de promesas
no atendidas, sombras
de lo que pudo ser y no fue,
ambiciones inconcretas
que tal vez vengan a ser
postergadas nuevamente,
quimeras, sueños, inventos
de una mente enfebrecida
por estímulos externos,
detritos de mi vida pasada
que de pronto reverdece,
fiebres pueriles en plena vejez,

gestas,
ya ven, por completo imaginarias
que me habitan por dentro y que convierten
mi ser inestable en una barca
a salvo del naufragio y de la hez.

2

Sólo unos instantes sostiene
el poético hombre-bala su gran salto
entre cadena y cadena.

Por un momento, se diría que carece
de conexión ninguna con la tierra:
tan sublime es la parábola que describe
su cuerpo en el espacio,
que a todos, de súbito, nos crecen
dos alas en la espalda.

Olvidamos (ni que sea
en un mágico segundo feliz)
que si vuela es porque, mucho antes
de empezar a ascender, él había bajado
hasta el vientre mismo del cañón.

Su atentado a la gravedad
es, en realidad, una retribución.

3

La fiebre del fiasco
se complace en proceder con sumo escrúpulo.

Primero, lamina los pies
del ensalzado (por boca propia
o ajena, la condena no varía).

Luego, asciende por las piernas
y se ceba en las rodillas, esos puntos
de inflexión del movimiento.

Sigue así pelvis arriba,
petrificándolo todo y convirtiéndolo
en polvo, agua y arenisca mezcladas.

Como gangrena continúa
la putrefacción por los riñones,
el hígado y las vísceras
vitales para el sustento del cuerpo,
y ahora fijadas
en una inmovilidad macabra.

Después, el cangrejo
infame se apodera del plexo solar
y los pulmones y el corazón
(a la víctima le respeta la cabeza,
para que pueda seguir observando
el alcance de la devastación).

Cuando alcanza la coronilla
—sede conspicua de lo más cierto
del ser, picuda emanación en la luz—,
ya la existencia ha devenido
una vil caricatura de sí misma:
si ve, es sólo ruinas;
si oye, es la inmersión
del espíritu vencido en la nada
permanente y victoriosa.

La inane criatura se incorpora
a la gloria ampulosa del Creador.

4

Palabras mías no solicitadas
por nadie, y de dudoso uso:
salid al encuentro de quien os oiga.

Decidle que aquí se le espera
con las luces encendidas y el agua
corriendo en la acequia.

Si percibís cierto aire de atención
en el oyente cautivado de improviso,
contadle también lo siguiente:

que hay comida de sobra en la despensa,
algún juego de mesa y doce sillas
(una por cada vicio capital
y el resto, para el apostolado).

También le guardamos algo de guiso
del cordero que ayer fue sacrificado.
En el caso (probable) de no comer carne,
le coceremos una olla de garbanzos.

Hacedle saber, por fin, que se le quiere
(si es que quiere) ofrecer un homenaje
por su interés en venir a visitarnos:

nada serio, una fiesta con gitanos,
vino de jerez y aceitunas de la tierra.
Somos pobres, pero hospitalarios.

La cuestión es poder comunicarle
con un gesto humilde, aunque claro,
lo mucho que se agradece su presencia
en estos remotos lares sin gente.

Que es muy sosa la existencia
que lleva día a día este ermitaño,
ajeno al consuelo que conlleva
la práctica del culto mariano.

5

Faltas
aquí y ahora.

Por tu desorden
sin nombres conocidos.
Por la exactitud de tu ataque
contra lo que no hay.

Por dar a valer
lo que nadie sabe,
o se ignora a conciencia
(culpable anuencia
la del cómplice que mira).

Por iniciar una reyerta
en cada mirada, en cada afán
por acercarse hasta tu frente.

Por existir al revés
de la corriente y enderezar
los múltiples caminos equivocados.

Por imponer la medida
de tu ser a todas las cosas,
sean o no criaturas tuyas.

Por negarte a la caída.
Por rehacer a cada instante
el mismo camino, una y otra vez.

Por luchar contra los elementos.

Por ir directa hacia el desastre
con la boca abierta y los brazos
extendidos de par en par.

Por llamarte como te llamas
y olvidarte de mí, que lo cuento
poco antes de marcharme
en línea recta hacia el infierno.

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